El Barça da a conocer el Fondo Josep Samitier con motivo del 50º aniversario de la muerte de la leyenda azulgrana
El próximo 4 de mayo se cumplen 50 años de la muerte de Josep Samitier, una leyenda azulgrana, y con motivo de esta efeméride, el Club desea dar a conocer algunas de las imágenes antiguas, muchas de ellas inéditas, procedentes del Fondo Samitier, custodiado por el Centre de Documentació i Estudis del FC Barcelona. Este fondo, consta de 1.022 fotografías personales que Josep Samitier atesoró a lo largo de su vida, y que llegaron al Club en 2002 dentro de una maleta traída por Joan Rovira, quien fuera secretario de la l’Agrupació d’Antics Jugadors del FC Barcelona, quien la entregó en nombre de la viuda de Samitier, Valentina Soler. El Club publica en su web una muestra de fotografías procedentes de este este fondo de gran valor histórico. En la galería gráfica pueden verse imágenes de Samitier en su vertiente más ligada al fútbol, así como otras escenas de carácter más personal y familiar.
La memoria histórica azulgrana le reserva a Josep Samitier un lugar preeminente como uno de los jugadores más trascendentales del FC Barcelona. No en vano, Josep Samitier i Vilalta fue el líder indiscutible de aquel legendario Barça de la primera Edad de Oro en los años veinte, un equipo de ensueño que durante toda la década ostentó la supremacía del fútbol estatal con cinco Campeonatos de España y la primera edición de la Liga disputada en 1929. Aquel Barça tuvo la inmensa suerte de contar entre sus filas con Samitier, el mejor delantero de su tiempo, el más imprevisible y el más genial.
Debut como azulgrana en 1919
Nacido en Barcelona, en la céntrica calle del Comte d’Urgell el 1 de febrero de 1902, Pep Samitier jugó entre los once y los diecisiete años en el club Internacional, donde deslumbró a los técnicos del FC Barcelona, que decidieron su fichaje a las postrimerías de la temporada 1918-1919. En aquellos tiempos de amateurismo y amor puro a los colores, Samitier recibió del Club por su fichaje un reloj de esfera luminosa. Junto a Samitier ingresaría en el Barça su gran amigo, Ricardo Zamora, que más tarde sería gran rival en el RCD Espanyol. Ambos debutaron con el FC Barcelona el 31 de mayo de 1919 en un amistoso entre azulgranas y una selección de jugadores pertenecientes a los países aliados ganadores de la Primera Guerra Mundial.
A partir de aquel día comenzó una época gloriosa para el Barça. Las jugades de fantasía de Sami y sus brincos imposibles, unidos a una increíble capacidad goleadora con ambos pies y de cabeza, deslumbraron a la afición barcelonista que enseguida lo convirtió en su ídolo. De esta manera, sería rápidamente apodado como el Hombre Langosta o el Mago. Samitier, junto con otros nombres igualmente míticos como Plattkó, Torralba, Sancho, Gràcia, Vinyals, Sagi, Piera, Alcántara y tantos otros, formó un equipo tan fabuloso que posibilito el primer estallido de adhesión popular al fenómeno del fútbol, tanto en Barcelona como en el conjunto de Cataluña. Como consecuencia directa, el aforo de 6.000 espectadores del campo de la calle Industria se quedaría pequeño, lo que conllevó la construcción de un nuevo estadio en Les Corts con capacidad para 22.000 personas.
De organizador a delantero
Con Samitier como buque insignia, el FC Barcelona ganaría los Campeonatos de Cataluña 19-20, 20-21, 21-22, 23-24, 24-25, 25-26, 26-27, 27-28, 29-30, 30-31 i 31-32, los Campeonatos de España 19-20, 21-22, 24-25, 25-26 i 27-28 y la Liga 28-29. Si bien en un principio ocupaba la posición de organizador del juego en el centro del campo, a partir de 1923 se convirtió en un sensacional punta, ofreciendo unos números impresionantes: entre 1919 y 1932 jugó con el Barça un total de 232 partidos oficiales marcando 184 goles, lo cual hace de él el quinto máximo goleador de la historia del Club, sólo superado por Messi, César, Suárez y Kubala. Su enorme categoría lo llevó a formar parte de la selección española con sólo 18 años, con ocasión de los Juegos Olímpicos de Amberes (1920). Llegó a disputar 21 encuentros con el combinado español.
Josep Samitier, una persona carismática, extrovertida y cosmopolita, contó entre sus amistades a artistas de la tal de Salvador Dalí, Maurice Chevalier o Carlos Gardel, quien en el año 1928 le llegaría a dedicar un emotivo tango. Hay que decir que durante aquellos años veinte toda la Ciudad Condal hervía de pasión por este extraordinario jugador; la primera figura especialmente mediática de la historia del FC Barcelona.
Desafortunadamente, debido a algunos desencuentros con el presidente azulgrana Joan Coma, Sami abandonó la disciplina barcelonista el 30 de diciembre de 1932 para fichar por el Real Madrid, en el que permanecería hasta el final de la temporada 1933-34. Más tarde se reencontraría con la afición barcelonista el 19 de enero de 1936, en el estadio de Les Corts, con ocasión de su partido de homenaje y despedida. Para entonces la afición ya le había perdonado totalmente su etapa blanca, y él, de hecho, durante todos aquellos años nunca abandonó su condición de socio azulgrana.
Exilio en Francia
En 1936, cuando estalló la Guerra Civil española, se exilió en Francia donde jugó con el Olimpique de Niza. Ya de vuelta a casa, en 1943 fue entrenador barcelonista entre los años 1944 i 1947, consiguiendo la Liga 44-45 y la Copa Eva Duarte 1945. A partir de 1947 sería secretario técnico del Club, siendo el responsable del fichajes figuras del calibre de Kubala, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo o Di Stéfano, aunque este último no llegaría a ingresar en la disciplina del Club debido a razones extradeportivas. En 1959, a causa de sus desavenencias con el técnico Helenio Herrera, Samitier marcha al Real Madrid por segunda vez en su vida, esta vez para ejercer el mismo cargo que ostentaba en el Barça. De vuelta a la Barcelona tres años más tarde, moriría el 4 de mayo de 1972 al pie del cañón, cuando aún era el secretario técnico barcelonista. Tiempo después, el 16 de septiembre de 1993, gracias a los auspicios del Fòrum Samitier, se dio el nombre de Josep Samitier a una calle en los alrededores el Camp Nou, justo a lado del cementerio de les Corts, donde se haya enterrado.