Jordi Cardoner:

Jordi Cardoner: "El apoyo de nuestro movimiento peñístico es único"

Entrevistamos a Jordi Cardoner, vicepresidente primero del FC Barcelona, y le preguntamos por lo que significó para las peñas la conquista de la primera Copa de Europa

Orgulloso de tener como referente la figura de su abuelo Nicolau Casaus, Jordi Cardoner i Casaus ha vivido vinculado al movimiento peñístico desde su infancia. Más de cincuenta años más tarde, Cardoner ha conseguido llevar este sentimiento a la esfera profesional como vicepresidente primero del FC Barcelona y máximo responsable del Área Social del Club que, además de los servicios y la atención a los socios, incluye la relación y el apoyo al movimiento peñístico azulgrana. Como vicepresidente de la Fundación FC Barcelona también está al frente de la tarea social y solidaria que hace el club internacionalmente y que le da un valor añadido único en el mundo. Ahora, añadir a sus funciones la de ser el directivo responsable de los actos conmemorativos de los 25 años de la final de Wembley 92.

¿Qué significó para el movimiento peñístico la conquista de la Primera Copa de Europa? ¿Cómo creció a raíz de ese acontecimiento? Jordi Cardoner responde a estras y otras muchas preguntas en la siguiente entrevista:

 

¿Qué destacaría del 25º Aniversario de Wembley 92?

De entrada, la ilusión que aportó al barcelonismo aquella final y el significado de posicionar nuestro Club en lo más alto de Europa. Para la historia del Barça, 'Dream Team' significa muchas cosas: ilusión, esperanza y un reencuentro con lo que en Can Barça hacía años que no existía. Aquellos y, con este gran título como principal hito, estaba arrancando una nueva forma de concebir el fútbol de la mano del desgraciadamente desaparecido Johan Cruyff.

Más allá de la consecución de un título largamente esperado, ¿qué representó aquella primera Copa de Europa?

No fue únicamente la primera Copa de Europa para el Club, sino que también fue un gran éxito para la ciudad de Barcelona. Un éxito que, además, llegaba el mismo año en el que se celebraban los Juegos Olímpicos en nuestra ciudad con un récord absoluto de participantes y una ejemplar organización. En definitiva, 1992 fue un año muy especial en que el deporte fue protagonista y en el que el FC Barcelona se convirtió en el mejor abanderado situándose en el lugar más alto en Europa.

Hay quien dice que aquella victoria plantó la semilla de una nueva mentalidad en el seno del barcelonismo...

Sí, una mentalidad ganadora que, en Can Barça, desgraciadamente se nos había puesto de espaldas después de los resultados adversos alcanzados hasta entonces, como el de la frustrante final de Sevilla ‘86. Con todos los respetos para el equipo, aunque hoy no puedo entender por qué no pudimos ganar al Steaua de Bucarest. En Wembley, en cambio, los culés entendimos que no estábamos condenados a las derrotas, sino que estábamos invitados a obtener el posicionamiento que nos merecíamos de la mano de aquel equipo.

¿Cómo vivió aquella final?

No pude viajar porque coincidió con temas profesionales que no me lo permitieron pero vi el partido en familia en mi casa. Recuerdo que en el barrio del Eixample de Barcelona, ​​donde vivía, sólo se oían gritos de júbilo y alegría. Creo que pocas veces he llamado tanto como lo hice ese día después del gol de Koeman en el minuto 111. Después fuimos a celebrarlo en Canaletes, donde no pudimos ni llegar. Todos los alrededores de la Rambla estaban totalmente colapsados ​​porque era una fiesta del barcelonismo, pero también de toda una ciudad.

¿Qué incidencia tuvo aquella primera Copa de Europa en el crecimiento del movimiento peñístico del FC Barcelona?

Para nuestro movimiento peñístico aquella final significó un impulso muy grande. En España había una hegemonía de seguidores del Real Madrid, pero a partir de 1992 hemos ido reduciendo esta distancia hasta convertirnos en el Club con más seguidores del mundo. No sólo aumentó el número de socios, sino que también tuvo una fuerte incidencia en nuestro tejido peñístico. Como anécdota recuerdo que poco después de aquella final se creó una peña con el nombre de Peña Barcelonista Wembley'92.

¿Qué le aporta el apoyo de las peñas en el barcelonismo?

El apoyo de nuestro movimiento peñístico es único. La primera gran demostración fue en la final de la Recopa de Basilea 1979, donde tuvo lugar el primer gran movimiento de la afición con 30.000 personas que en su mayoría se trasladaron con autocares organizados por las diferentes peñas. En aquella caravana de autocares que encabezó mi abuelo, Nicolau Casaus, miles de peñistas viajaron con la ilusión de volver, como así lo hicieron, con aquella primera Recopa. Las peñas han ocupado siempre un espacio de apoyo al equipo absolutamente necesario para entender el barcelonismo de una manera global, más allá de actos y éxitos deportivos. Es un ADN culé que se vive de lunes a domingo, las 24 horas de todos los días del año.

¿Qué recuerdo tiene de la figura de su abuelo, Nicolau Casaus?

Cuando hablo de peñas no puedo dejar de pensar en él porque fue el impulsor del movimiento en los años 40. En Cataluña, las peñas dentro del ámbito cultural son anteriores a la Guerra Civil, pero la peña deportiva y de apoyo al barcelonismo se inicia en los años 40. Durante 18 años mi abuelo fue presidente de la que era la peña en mayúscula, la Peña Solera, a partir de la cual se gestó la manera de hacer peñismo y de acompañar incondicionalmente el equipo. Además, en unos momentos en que hacer barcelonismo era hacer Cataluña y gritar Visca el Barça era gritar Visca Catalunya. Nicolau Casaus era una persona querida y admirada por todos, incluso para aquellos que no defendían los colores del Barça. Mi abuelo siempre será todo un referente para mí, y seguro que el responsable de que yo hoy pueda estar representando el Club.

Força Barça
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