75 años del referéndum del Estadi
Este mes de noviembre se cumplen 75 años de un hecho histórico que demostró que el carácter participativo, abierto y democrático del FC Barcelona es algo consustancial a su naturaleza, a pesar de las coyunturas políticas adversas. Estamos en el año 1950, cuando el Barça acaba de salir del inmenso bache de la posguerra gracias al apoyo de su masa social, que no ha dejado de crecer de manera exponencial desde 1939.
Superado el terrible trance de la Guerra Civil, el equipo azulgrana ha ganado las ligas de los años 1945, 1948 y 1949 y la afición desborda las gradas de un estadio de Les Corts que se ha quedado manifiestamente pequeño. La vieja catedral del fútbol se había inaugurado en 1922 y tenía, tras sucesivas ampliaciones, una capacidad para 48.000 asistentes, una cifra que era prácticamente imposible volver a aumentar. Era necesario dar un paso valiente hacia adelante y construir un nuevo estadio a la altura de un club tan importante y prestigioso como el FC Barcelona.
De hecho, las primeras voces favorables a la construcción de un nuevo estadio se habían dejado oír hacia el año 1948, pero en ese momento la junta directiva barcelonista aún confiaba en una última ampliación de Les Corts. Por otro lado, desde 1947 el Real Madrid disponía del campo de Chamartín, con un aforo inicial de 75.000 espectadores. El Barça no podía quedarse atrás.
Finalmente, el presidente azulgrana, Agustí Montal Galobart, se puso manos a la obra. El caso es que el 27 de septiembre de 1950 el Club firmó una opción de compra por unos terrenos junto a la masía de Can Planes, muy cerca del estadio de Les Corts, destinados a la construcción del futuro campo. Rápidamente, el ingenio popular rebautizó estos terrenos como "Los de toda una vida", ya que se encontraban situados entre la maternidad de la Travessera de Les Corts y el cementerio del mismo distrito. Lugares que aún hoy existen.
Según un periodista de la época, por aquellas fechas los terrenos del que ahora se conoce como Spotify Camp Nou mostraban un aspecto lamentable: "Se presentan yermos en su mayor parte, otra parte dedicada a bóvilas y otra a receptáculo de inmundicias. En algunos sectores de los campos pacen cabras y corderos. En otra parte, unas viejas mendigas escarban la tierra buscando restos de no sabemos qué. Unos mozalbetes andrajosos merodean al pie de una alta chimenea fuera de uso". Y es que entonces en aquel lugar, alrededor de la masía abandonada de Can Granota, malvivían unos 250 habitantes de barracas.
Democracia en medio de la dictadura
Fuera como fuera, una vez adquiridos los terrenos, era necesario conocer cuál era la voluntad mayoritaria de los socios, algo muy destacable en aquella época de dictadura fascista y que deja bien patente el talante democrático del FC Barcelona. Así fue como los días 8, 9, 10, 11 y 12 de noviembre de 1950 el Club organizó un referéndum popular al que estaban convocados todos los socios barcelonistas, hombres y mujeres, para aprobar, o no, la compra de aquella parcela destinada a albergar un nuevo estadio. Curiosamente, tres años después, de manera incomprensible, en las elecciones presidenciales del 14 de noviembre de 1953, a las mujeres se les prohibió el derecho a voto.
El 5 de noviembre el Club publicó la convocatoria oficial del referéndum. En el texto se insistía en que el viejo estadio de Les Corts tenía "casi agotadas sus posibilidades" de ampliación de su aforo. Como triste consecuencia, Les Corts había perdido últimamente su preeminencia dentro de los campos de fútbol de España frente al nuevo Chamartín y otros estadios, lo cual creaba el peligro de hacer pasar al FC Barcelona a "la triste categoría de segundón". No había argumento más contundente que ese a la hora de hacer propaganda a favor de la compra de los terrenos del futuro estadio barcelonista.
En la convocatoria también se comunicaba que el precio de venta de los terrenos era de 10.029.945 pesetas y se detallaba un preciso plan de financiación de la compra, sustentado en un crédito bancario y en las aportaciones de los socios y aficionados azulgranas, con la instauración de un sello pro-campo y el incremento de las cuotas de asociados. El comunicado quedaba rubricado con esta significativa sentencia: "Este Consejo Directivo, después de exponer su opinión y el resultado de unas laboriosas gestiones, será el mero ejecutor de lo que acuerden los socios barcelonistas". Este evidente ejercicio de democracia no era lo que prevalecía en aquellos tiempos autocráticos del "ordeno y mando".
Cinco días de votaciones
Durante aquellos cinco días de noviembre de 1950 los socios y socias que se acercaron a las urnas se enfrentaban a una disyuntiva muy clara: votar sí significaba avalar la futura construcción de un majestuoso campo donde se podrían presenciar los partidos del Barça de la mejor y más cómoda manera, votar no implicaba continuar en el viejo Les Corts, entre estrecheces, incomodidades diversas y el peligro constante de peligrosas avalanchas humanas.
La consulta se efectuó en el pasaje Méndez Vigo, en las oficinas del Club, en horario de 10 a 13 y de 16 a 21 horas. Tras cinco días de votaciones, en un clima de absoluta normalidad y total civismo, el escrutinio fue claro: hubo un total de 7.835 votos favorables a la construcción de un nuevo campo, 1.132 negativos y seis nulos. Cabe decir que la participación fue más bien baja, teniendo en cuenta que entonces el Club tenía 30.084 asociados y asociadas, pero en aquella época de falta de democracia —las últimas elecciones generales habían tenido lugar antes de la guerra, en febrero de 1936— la gente no estaba acostumbrada a depositar libremente el voto y a esperar que su voluntad fuera respetada. En cualquier caso, y a pesar del alto índice de abstención, el veredicto final de los socios y socias azulgranas fue evidente: el Barça debía tener un campo nuevo.
Tener un campo mejor que el del Madrid
Al terminar la votación, a las nueve en punto de la noche del 12 de noviembre de 1950, un intrépido periodista preguntó a los dos últimos socios votantes, una mujer y un hombre, el sentido de su voto, aunque este era secreto. Ella fue muy clara: "He votado sí para tener un campo mejor que el del Real Madrid". Él, contundente: "Mi sí es para que Barcelona tenga un campo como merece el Barça".
Con esta incontestable bendición popular para el nuevo estadio, el 14 de noviembre el FC Barcelona celebraba una asamblea extraordinaria en la que 159 compromisarios ratificaron por aclamación el veredicto de las urnas. Así pues, el 19 de diciembre de 1950 la Junta Directiva del FC Barcelona, presidida por Agustí Montal Galobart, hacía efectiva la compra de los terrenos de Can Planes. Aquel día aún resonaban las irónicas palabras que en el transcurso de la asamblea extraordinaria había dirigido el presidente azulgrana a todos aquellos que se habían manifestado contrarios al proyecto del nuevo campo: "Su oposición nos ha servido de estímulo y nos ha incitado a trabajar más".
A partir de entonces habría mucho trabajo. Tras muchas vicisitudes, la inauguración del que ahora se conoce como Spotify Camp Nou, con una capacidad de 100.000 espectadores, no tendría lugar hasta el 24 de septiembre de 1957, siete años después de aquel referéndum. Pero esa es otra historia.
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